Retrat de l'Alfredo, oli/tela.
Estic llegint En España con Federico Gracía Lorca de Carlos Morla Lynch (Ed. Renacimiento), llibre que supera amb escreix totes les biografies escrites, i que he llegit, sobre el poeta. El llibre, de més de sis-centes pàgines, es deixa llegir sense cap mena d’impediment i podria dir d’una manera golosa. Després d’un pròleg avorrit i tímid, hi ha un prefaci de l’autor on sembla que vulgui justificar el perquè de la publicació dels seus diaris. Al segon o tercer paràgraf ja es comença a intuir que estem davant d’una obra personalíssima i per tant, autèntica. No puc per menys que copiar aquestes reflexions.
"Por cuanto si su obra asombrosa ha sido ampliamente difundida y ha cruzado las fronteras, poco se sabe de la legítima idiosincrasia del poeta, de su real temperamento, de su clima individual en aquellas horas en que se hallaba circunscrito a su aura genuina. Se desearía verle de cerca, sentirle "vivir" en esos trechos de su camino en que, desligado del público -que, de cierta manera, se apodera de los artistas-, se reintegraba al desempeño del papel de su personaje auténtico.
La terrena personalidad del artista es casi siempre inferior a lo que su espiritu realiza. En su obra nos ofrece lo que posee de más selecto y elevado: la esencia de sus atributos morales. Pero luego pensé también que era precisamente en los momentos en que Federico se evadía del escenario en que actuaba cuando mayor brillo irradiaban sus extraordinarias facultades naturales”.
Tota una demostració de principis.
"Por cuanto si su obra asombrosa ha sido ampliamente difundida y ha cruzado las fronteras, poco se sabe de la legítima idiosincrasia del poeta, de su real temperamento, de su clima individual en aquellas horas en que se hallaba circunscrito a su aura genuina. Se desearía verle de cerca, sentirle "vivir" en esos trechos de su camino en que, desligado del público -que, de cierta manera, se apodera de los artistas-, se reintegraba al desempeño del papel de su personaje auténtico.
La terrena personalidad del artista es casi siempre inferior a lo que su espiritu realiza. En su obra nos ofrece lo que posee de más selecto y elevado: la esencia de sus atributos morales. Pero luego pensé también que era precisamente en los momentos en que Federico se evadía del escenario en que actuaba cuando mayor brillo irradiaban sus extraordinarias facultades naturales”.
Tota una demostració de principis.
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